Los vinos de Milénico nacen de una selección de 7 parcelas en laderas que bordean al río Duero. En total, su superficie no llega a las 9 hectáreas y las conocemos por sus nombres. Socastillo (al pie del castillo), Carraroa (en el camino a Roa), Rodero, Solapeña (cerro solitario) y Valdepila en el Agujerón (sinónimo de gran barranco).
Son nombres que para nosotros simbolizan una parte más de nosotros, de la familia, lugares de vivencias y de encuentro con lo atemporal.
Por su situación a mitad de camino entre el valle y las tierras altas, las laderas disfrutan de una ventilación natural que favorece que la uva llegue en perfectas condiciones a su maduración.
Son condiciones ideales para que la uva madure a la perfección y llegue sana y en condiciones óptimas a la vendimia.
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Nuestras viñas se sitúan en laderas en la margen derecha del río Duero en San Martín de Rubiales, pueblo entre Roa y Peñafiel, centros de cultura y tradición de la Ribera del Duero.
Estas laderas fueron el principal refugio de la viña en el último siglo, tras dos repliegues históricos. El primero debido a la filoxera (1904) que se saldó con una fuerte emigración hacia América y el segundo con la llegada de los regadíos en los años 50 del siglo XX.
Desde pequeños, en casa comprobamos que las uvas más sabrosas, aunque fueran más pequeñas, eran las de la parte alta de la ladera. Los pájaros nos indicaban donde estaban las mejores uvas de toda la zona, las más sanas y dulces.
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